Existe un manuscrito escrito en un alfabeto desconocido y en una lengua extraña, ilustrado con dibujos similares a plantas que no han podido ser identificadas y con otros contenidos incomprensibles. Es conocido como manuscrito Voynich, con relación al comerciante de libros antiguos que lo dio a conocer en el siglo XIX. No obstante, fue escrito en el siglo XV por un autor anónimo y desde entonces ha pertenecido a varios propietarios. Entre sus páginas podemos observar ilustraciones extrañas de vegetales, frascos farmacéuticos, cartas astrales, signos zodiacales, mujeres desnudas en baños naturales y multitud de dibujos que desafían toda lógica.
Sobre este manuscrito se han realizado muchos estudios académicos llevados a cabo por historiadores, descifradores de códigos, lingüistas y botánicos. Ninguno de ellos ha sido capaz de encontrar una explicación convincente sobre el contenido o el lenguaje del libro, y las diferentes teorías existentes carecen que consenso. Tanto misterio ha atraído el interés de numerosos aficionados que lo han analizado y que comparten sus hallazgos en internet. Hoy en día cualquiera puede consultarlo libremente: ha sido digitalizado por la biblioteca de la Universidad de Yale y es fácil adquirir una réplica impresa (yo compré esta edición).
Como era de esperar, el manuscrito Voynich ha despertado la imaginación de los escritores que han incluido en sus obras algunos de sus misterios. En Sendero de estrellas, fue la fuente de inspiración del libro antiguo que custodia Adaleda, la curandera que vive en una cueva de los Pirineos para evitar acusaciones de brujería y que dispensa remedios según sus conocimientos ancestrales. Me dejé llevar por la primera impresión que tuve al ver este manuscrito e inventé una explicación para las ilustraciones botánicas, según la cual no se trata de especies vegetales sino de recetas compuestas por las partes de diferentes plantas. Y las mujeres desnudas representan las antecesoras de las curanderas que se reunían en las fuentes de aguas termales de las montañas para celebrar los solsticios y compartir su sabiduría. Según explica Adaleda a su aprendiz, el libro está escrito en un lenguaje ya extinto, una mezcla de todas las lenguas habladas en los Pirineos (desde el protovasco hasta antiguas lenguas romances, con influencias del latín y el catalán). De esta forma, las curanderas ocultaban sus conocimientos a los extraños, pues muchas de las recetas con plantas psicotrópicas o venenosas podían usarse con malas intenciones.
El misterio sigue abierto y seguro que continuará alimentando la imaginación de creadores de historias en el futuro.
Procedencia de las imágenes: Yale University Library
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