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Marta Renato

¿Cómo eran las boticas en el siglo XVI?


Imagen botica renacentista

En el renacimiento los boticarios se consideraban artesanos, pues manipulaban y comerciaban con drogas medicinales, y su oficio era también conocido por el nombre de especiero. Se agrupaban en gremios que reglamentaban el oficio y regulaban la preparación de los medicamentos. Estos gremios tenían influencia en el gobierno de las ciudades y ejercían su autoridad para sancionar a curanderos que usaran ensalmos o conjuros, o a comerciantes poco honestos que adulteraran los ingredientes. 


Para acceder al oficio eran necesarios ocho años de aprendizaje bajo la tutela de un boticario reconocido y superar un examen. Se exigía el conocimiento del latín y la posesión de libros clásicos, como los tratados medicinales de Avicena o el antidotario de Mesué. También se escribieron algunos textos renacentistas, como el de Saladino de Ascalo (1488, Bolonia). En España el primer boticario que escribió un libro fue Pere Benet i Matheu, miembro de una antigua familia de apotecarios, que redactó en 1497 el Liber in examen apothecarium


Concordia del Colegio de apotecarios de Barcelona, 1511
Concordia del Colegio de apotecarios de Barcelona, 1511 (Museu Virtual de la Universitat de Barcelona)

Muchos de los textos farmacéuticos renacentistas se han conservado hasta nuestros días. En ellos se listan los ingredientes “simples” y las fórmulas de los “compuestos”. También se describen las principales funciones del oficio: moler, limpiar, infundir, cocer, destilar, prensar, decantar y conservar. Los medicamentos se elaboraban en la misma botica, generalmente en la llamada oficina del boticario o rebotica, situada en la parte trasera del negocio. En estas oficinas se podían encontrar utensilios como agitadores, balanzas, espátulas, hornos, morteros, alambiques, etc.; además de libros, albarelos y otros recipientes de almacenaje. 


Mortero farmacéutico de mármol de 1520
Mortero farmacéutico de mármol de 1520 (Museu virtual de la Universitat de Barcelona)

Albarelos del siglo XVI
Albarelos del siglo XVI (Museu municipal de Llívia)

Los gremios redactaban farmacopeas que recogían las recetas de los medicamentos, siempre bajo la supervisión de los médicos. Los medicamentos se clasificaban según su función y consistencia, y algunos de sus nombres han llegado hasta nuestros días (como es el caso de los jarabes, los colirios, las píldoras o los polvos), mientras que otros han caído en desuso (trociscos, cónditos, loocs, cocimientos, purgantes). 


En la novela Sendero de estrellas varios episodios ocurren en Barcelona, cuando Núria entra en contacto con el Colegio de apotecarios de la ciudad. Para recrear el día a día en una botica consulté libros y visité museos especializados, como el de Llívia, que hace un recorrido por la historia de la farmacia con explicaciones claras y entretenidas. 


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