En la novela Sendero de estrellas los protagonistas viajan hasta Barcelona y la ciudad se describe a través de sus ojos. Para recrear la vida barcelonesa en el siglo XVI me documenté leyendo libros y artículos, pero los recursos que mejor me inspiraron fueron los dibujos que Anton Van Den Wyngaerde hizo de la ciudad en 1563. Se trata de dos grabados llenos de detalles precisos que abarcan la población completa desde dos puntos de vista elevados.
Anton Van Den Wyngaerde fue un ilustrador flamenco que dibujó muchas ciudades españolas por encargo de Felipe II, como Madrid, Barcelona, Toledo, Xàtiva o Córdoba, entre otras. Estos grabados son documentos de un valor histórico excepcional.
Las ilustraciones de Barcelona permiten reconocer los edificios más importantes de la época, así como las murallas y los alrededores. Vemos que la ciudad era muy distinta de la metrópolis actual y que tan solo ocupaba el terreno de tres barrios actuales: el Gótico, el Born y el Raval.
Hoy en día, la imagen más característica del paisaje de Barcelona es la cuadrícula regular de calles de l’Eixample, que llena todo el espacio disponible entre la sierra de Collserola y el mar y conforma la parte más importante de la ciudad tanto en superficie como en población. Pero esta gran extensión de terreno no se empezó a construir hasta el siglo XIX.
Durante el Renacimiento, Barcelona estaba rodeada por dos murallas: la medieval, que cerraba la zona más densa de la ciudad, y la muralla nueva (del siglo XIII) que protegía el Raval, menos poblado y aún con huertos dispersos entre las casas. En esta zona se construyó el hospital de la Santa Creu junto al convento del Carme.
En el siglo XVI, fuera de las murallas tan solo había campos, monasterios y pequeñas villas aisladas. En uno de los grabados se distingue el monasterio de Pedralbes en las faldas de Collserola, que parecen muy alejadas de la ciudad, y la pequeña villa de Sarriá.
Van Den Wyngaerde dibujó con claridad la Rambla, que discurría paralela a la muralla antigua y que terminaba en los astilleros (Drassanes), con varias galeras de guerra fondeadas frente a la playa.
Junto al Portal del mar se observan casetas y barcas de pescadores y el trasiego del puerto comercial. En la playa, incluso se puede distinguir el detalle del Rec Comtal desaguando fuera de las murallas. La montaña de Montjuic estaba coronada por una atalaya de vigilancia y señalización.
En el centro de la ciudad destacan los campanarios de la Catedral, la basílica de Santa María del Mar y la iglesia de Santa Caterina, que fue derruida. En las murallas se observan algunos portales emblemáticos, como el Portal del Ángel, el de Santa Anna (con la torre de Canaletas) o la sólida torre de Sant Joan.
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